Arva Ahmed
Experta gastronómica
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Arva Ahmed
Experta gastronómica
Tue, February 20, 2024
Recorra la ciudad deleitando su paladar siguiendo las recomendaciones de la exploradora Arva Ahmed y descubra restaurantes exóticos, clásicos imprescindibles y los secretos culinarios mejor guardados de Dubái.
Arva Ahmed
Experta gastronómica
Recorra la ciudad deleitando su paladar siguiendo las recomendaciones de la exploradora Arva Ahmed y descubra restaurantes exóticos, clásicos imprescindibles y los secretos culinarios mejor guardados de Dubái.
Escondido en Al Muraqqabat Road, en Deira se encuentra el mejor restaurante de falafel y hummus palestino de la ciudad. ¡Olvídese de esos insulsos falafeles marrones y secos! De las freidoras de Sultan Falafel salen falafeles jugosos y de un intenso color verde, rebosantes de perejil, cilantro y eneldo. Y los abombados panes pita (khubz) recién horneados de su hermano gemelo, el restaurante que tiene al lado, son la combinación perfecta. Acompañe estos deliciosos bocaditos de garbanzos con algunos aderezos, como habas verdes cocinadas a fuego lento (foul), salsa chili (shatta), pepinillos encurtidos, berenjena frita y coliflor. Por último, añada una capa de suavísimo hummus con un chorrito de salsa de pimientos verdes y limón (tatbeela). Los verdaderos expertos saben cómo deshacer y untar los falafeles con el tenedor dentro del pan pita antes de añadir los aderezos... ¿Se atreve a probar?
En lo más profundo de Meena Bazaar encontramos un restaurante punyabí de pollo tikka que lleva siendo uno de los grandes favoritos de la comunidad india local desde 1969. En Sind Punjab se sirven las más jugosas brochetas de pollo marinado, cocinadas sobre carbón hasta que adquieren su delicioso toque ahumado. Por si esto fuera poco, nadie sale de allí sin haber al menos probado alguno de los otros favoritos de la carta, como el cremoso pollo con mantequilla y un chana (plato de garbanzos) picante con masala, todo ello acompañado de un buen montón de desiguales panes llamados laccha parathas. Y para aliviar un poco el intenso sabor de las especias, no hay nada mejor que un lassi (bebida de yogur) o probar uno de los zumos recién exprimidos de caña de azúcar con un chorrito de lima.
Este restaurante de cocina clásica india vegetariana en Karama quizá no tenga tanto ambiente como otros, pero las familias indias curtidas en el chaat (comida callejera) sin duda darán el visto bueno a los pani puri de este local. Estos bocaditos redondos (puri) de masa crujiente se rellenan de soja verde, agua picante con chili (pani) y un chutney dulce de dátil y tamarindo. Es importante metérselos enteros en la boca para una auténtica explosión de líquido y sabor con la que deleitar a las papilas gustativas. ¡Los asiduos pueden ventilarse varias bandejas de este explosivo aperitivo agridulce en tiempo récord! Otros de los platos más populares son el arroz inflado con especias, mango crudo y chutney (bhel), un intenso bollito de patata y cacahuete (dabeli) y un nudo de hilos de masa dulce frita (jalebi).
De las minúsculas panaderías afganas y pakistaníes que encontrará por toda la zona histórica de Dubái salen, recién horneados, los panes calientes, idóneos para acompañar un guiso de lentejas picante. Incluso se pueden comer solos mientras pasea por la calle admirando los abrasadores hornos. Esta panadería del tamaño de un armario en Hor Al Anz, Deira, tiene dos tipos de hornos: uno parecido a los que se usan para hacer pizzas, donde se elaboran tiernos rotis, planos y que se pueden doblar, y el cilíndrico horno tanoor donde se cuecen otros panes más crujientes y esponjosos. Sin embargo, recomiendo el pan relleno, con forma de calcetín, que se tuesta repetidamente contra las ardientes paredes del horno hasta que adquiere su textura abombada y un color dorado. Puede probar la versión salada, con queso en crema y especias za'atar, o la dulce con queso y miel (¡tenga mucho cuidado, la miel adquiere temperaturas muy altas!).
Encontrará una multitud de comensales etíopes en este local, lo cual es muy buena señal para un restaurante que sirve auténtica cocina etíope en la zona de Abu Hail, en Deira. Al Habasha es propiedad de la animada Sara, que obtiene ingredientes selectos como mantequilla y el tradicional pan fermentado (injera) desde su país de origen. Pruebe el picante guiso de pollo rojo (doro wat). Es el plato nacional etíope y se sirve a cucharones directamente sobre el esponjoso pan injera. Se sirve sin cubiertos, ya que la forma tradicional de comerlo es con la mano derecha, empleando el injera para recoger los bocados más jugosos sin mancharse los dientes (toda una habilidad). Hay numerosas opciones para los vegetarianos, puesto que los etíopes tienen muchos días de ayuno; el misir (lentejas) y el shiro (un guiso de harina de garbanzo) están especialmente ricos. La comida tiende a ser bastante picante, pero puede pedir un poco de refrescante aib (requesón casero) para apaciguar la quemazón, o pedir la versión alitcha (suave o, más literalmente, "cobarde") de los guisos. Aunque en la cocina tradicional etíope no hay postres, puede disfrutar de una ceremonia del café después de su comida, incluyendo incienso, unas encantadoras tacitas de pequeño tamaño, un café negro e intenso y el acompañante para el café típico etíope, las palomitas de maíz.
Nadie prepara rollitos de huevo como los chaiwallas de esta pequeña cafetería enclavada detrás del Zoco de las especias en Deira. Aquí preparan una esponjosa tortilla con pizcas de chili y la enrollan en un pan plano (parotta) al más puro estilo de Kerala, untado con queso crema y aderezado con un chorrito de daqoos (así llama la gente local a la salsa picante). Quienes se criaron en la Dubái de los años ochenta no podrán resistirse a introducir en el rollito un ingrediente secreto adicional: las Chips Oman. Estas patatas fritas picantes aderezadas con chili rojo en polvo no solo sirven para matar el gusanillo de media tarde, sino que los amantes de las patata fritas las han ido incorporando a diversos platos bien cargados de hidratos. La única bebida posible para acompañar un rollito anda parotta es una humeante taza de té chai. La cafetería hierve las hojas de té negro en polvo con una generosa cantidad de azúcar, leche evaporada y un par de semillas de cardamomo. El resultado es un lechoso brebaje dulce que hace las verdaderas delicias de la gente local.
Regentado por el impecable Sr. Reza, este establecimiento iraní es un verdadero paraíso de sabores exóticos traídos de Persia. Pida una bola de bastani, un cremoso helado iraní aderezado con pistachos y aromatizado con la más preciada de las especias: el azafrán. Puede saborearlo solo o atreverse con el extravagante «sundae» persa, donde el helado se sirve sobre un montículo de fideos faloodeh congelados e infusionados en agua de rosas. Y no, los siropes de rosa roja y limón amarillo que encontrará sobre la mesa no están solo de adorno: ¡pruebe a rociar los faloodeh con ellos para darles un increíble toque agridulce! Y para el camino, no dude en llevarse unas pastas de mermelada recubiertas de pistachos y frutos secos (shirini moraba), especialidad de Sr. Reza, e incluso unos bocaditos de queso iraníes (¡desearía haber pedido más!). Si tiene suerte, el restaurante Sadaf que hay en la planta de arriba quizás esté preparando el tradicional sangak, un pan que se elabora sobre un lecho de pequeñas piedrecillas. Pruébelo con un poco de queso feta, hierbas frescas y unas crujientes nueces... ¡No se arrepentirá!